Para Rubén Espinosa.
Somos un pinche desastre y nunca dejaremos de serlo, porque la juventud se nos impregno en los huesos, y los sueños de chavo se quedaron tatuados en nuestra conciencia. Porque sí creemos en un mundo ideal, y no porque pensemos que todo puede ser perfecto, sino porque realmente puede dejar de estar tan de la chingada.
¿Si somos mas los que creemos en la justicia, por qué nos domina la impunidad?
¿Si somos más los que trabajamos, por qué dejamos que nos domine la clase política?
¿Si somos más los que creemos en la verdad y en los ciegos mandamientos de sus misterios, por qué dejamos que nos domine la mentira, con sus relucientes dotes de hipocresía?
No vamos a parar, aun así maten a uno o a cientos, porque entonces tendrán que matarnos a todos y eso incluye a hijos, hermanos, madres y padres, mujeres y hombres, niños y niñas que nos rodean y que algún día levantaran la cabeza con rebeldía, exigiendo respeten lo que siempre les han querido robar, la dignidad.
Por defender la verdad y la justicia, se mata con cobardía. Es nuestro pan de cada día, en un país donde los de arriba se burlan de la ignorancia de un pueblo amaestrado y otros cuantos se organizan en vano, porque el poder del imperio los muele a su gusto.
Pero jamás van a poder a acabar con nosotros, porque nuestra herencia no se guarda en los bancos, se queda alojada en la Historia. Detrás de nosotros vienen los hijos del futuro, quienes cosecharan el germen de estas luchas.
No tenemos armas, nuestros proyectiles son las palabras y las imágenes, los retratos que traspasan lo superficial, y muestran el discurso de lo real.
Por los activistas, por los reporteros, por todos aquellos que defienden la verdad y pagan el costo con desapariciones, con tortura y vejaciones, con la vida.
Esta va por ti carnal.
