Hoy se me antoja que el cielo y la tierra se amen aquí en el texto. Se me antojan líneas de
donde pueda salir el sol. Se me antoja que asomes tu rostro sobre este afluente de palabras.
Palabras que avanzan disciplinadas como hormigas y al mismo tiempo indóciles y orgullosas
como el mismo Lucifer. Hoy quiero ver al texto desde arriba, quiero verlo a través de tus ojos,
quiero encontrar belleza en nuestras palabras. Quiero afirmar apasionadamente que todo esto
(avaricia, guerras, hambruna, muerte estólida, muerte rapiñadora, insensatas muertes, el
mundo, la muerte, insistente muerte, siempre la muerte) ha valido la pena. Quiero no olvidar el
polvo del que surgieron La divina comedia, El Aleph, La Odisea, El extranjero, Fausto, Piedra de
sol, El moderno Prometeo, La condena, Otelo, Veinticuatro horas de la vida de una mujer, El
retrato de Dorian Gray, Ortodoxia, Cumbres borrascosas, Moby dick, Un mundo feliz, Tom
Sawyer... y quiero no olvidar que la belleza y el almagre color de la nostalgía y el sabor a
bienaventuranza de tus ojos y el gorjeo alegre en los labios de las niñas se sostienen sobre SUS
hombros, y la belleza y la esperanza y el gozo y tú y yo y los que no lo saben porque no quieren
saber y la creación entera, todo. Hoy quiero textos que desprecien la gloria, los laureles, el
incienso y el sulfuroso hedor de las profundidades y el ruido de las calles, el anonimato: quiero
textos libres y que desprecien también la libertad para que puedan comprometerse y hablar y
guardar silencio en donde se resguarda lo sagrado. Quiero textos que no tengan miedo a las
palabras, que no teman decir Dios lujuria zarpazo redención esplendor hocico vanidad crica
paraíso. Y quiero textos ligeros, casquivanos y textos sólidos, recatados y textos gregarios y
textos solitarios. Quiero textos ciegos, que ignoren a la justicia como la ignora el amor, quiero la
estulta ceguera de éste -que sólo ve a la amada, que ve sólo diferencias- y no la "inteligente"
ceguera de aquélla que ve a todos iguales. Y quiero también textos clarividentes. Y me dan ganas
de escribir palabras suaves, seductoras, dulcísimas palabras, y palabras acres, palabras
recalcitrantes, amargas. Me dan unas enormes ganas de amarte en las palabras, debajo de las
palabras, con y sin palabras. Me dan ganas de darte mi palabra y que me la devuelvas
transformada en libertad, de darte mi palabra y romperla, rompértela en la cara y me dan ganas
de que rompas en llanto y en onomatopeyas y ganas también de que me rompas a golpe
de palabras.
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