Por: Miguel Muñoz Paniagua.
Falta una semana para que se lleve a cabo la marcha que cada año se realiza, con motivo de la matanza de estudiantes en la plaza de las tres culturas en Tlatelolco hace 43 años.
Decir 43 años puede ser poco tiempo si lo comparamos con el promedio de vida actual, pero es más que eso; algunos profesores que hoy imparten clases en escuelas públicas de educación superior vivieron este momento coyuntural, algunos durante la infancia y otros en la juventud, parte de ellos participaron en el movimiento estudiantil no solo en la capital sino en otros estados de la republica.
Hoy, empezando el siglo XXI y a casi cuatro generaciones de lo sucedido, puedo decir que los acontecimientos que culminaron en la represión paramilitar y militar en Tlatelolco el dos de Octubre son un hecho histórico que se empieza a nublar de la memoria colectiva en la sociedad mexicana, pero sobre todo entre el sector estudiantil.
El movimiento juvenil de 1968 no empieza en México, podemos decir que en Europa se gesta lo que más tarde se expandiera por todo el mundo, no hubo continente en donde no se suscitara algún levantamiento social. Sin embargo, en México unos años antes, ya se habían dado otros movimientos, no del sector estudiantil, pero sí de la clase trabajadora; los médicos y ferrocarrileros fueron protagonistas de la década de los 50’s y es de menester importancia señalar que antes de 1968 ya había en nuestro país células guerrilleras, sobre todo en el norte.
El año de 1968 no fue una casualidad ni una espontaneidad en la historia. Fue un momento en el que ya no era soportable la presión política para algunos sectores de la sociedad después de casi 50 años de régimen institucional. Sin embargo el año de 1968 fue un momento crucial en los cambios que más tarde se dieron en nuestro país, a pesar de que hubo una continuidad de régimen partidario; es un hecho que a la llegada del PAN en 2000 hubo un quiebre histórico que acabo con 71 años de gobierno unipartidista, hecho cuestionable por las notables similitudes entre el PAN y el PRI.
Culminada la etapa de movilizaciones, marchas y mítines y paralizado el Consejo Nacional de Huelga (CNH), el gobierno pensó que no habría una huella que recordara las movilizaciones que duraron casi tres meses. Las olimpiadas programadas se realizaron sin ningún contratiempo. Los estudiantes volvieron a clases y pareciese que todo volvería a la “normalidad”. Sin embargo, el movimiento que inicio en julio y culminó en octubre no fue meramente estudiantil, al paso de los días se fueron sumando trabajadores, amas de casa, desempleados y hasta miembros de las clases altas; recordemos que estudiantes de la Iberoamericana participaron en las movilizaciones. Incluso empresarios del norte pedían que el gobierno abriera posibilidades de dialogo, seguramente preocupados por la presencia de grupos guerrilleros en esa región, sin embargo su pronunciamiento a favor de la democratización de las instituciones hacía eco a las reivindicaciones estudiantiles y significaban reconocimiento al deteriorado aparato político.
Todo esto quedó marcado en la sociedad que participó en el movimiento. Y más que un movimiento estudiantil se convirtió en un movimiento popular, social. Entre 1968 y 1971 se dio el cambio de rostro en la investidura presidencial y nuevamente los estudiantes salieron a las calles y nuevamente fueron recibidos con balas y toletes. Esta es la sombra que dejo el año de 1968. Se pensó que en el nuevo sexenio habría posibilidades de ser escuchadas las demandas del sector estudiantil y más aún cuando Luis Echeverría llegó al poder con la careta de un progresista. No fue así. Pero ya para este nuevo sexenio los grupos guerrilleros se habían multiplicado y muchos de los integrantes de éstos eran estudiantes, campesinos y trabajadores que en algún momento tres años atrás pedían dialogo y democratización por la vía legal y pacífica y no fueron escuchados.
No podemos negar que el movimiento estudiantil se vio manipulado – en su última etapa- por grupos políticos progubernamentales y que fue causa de ello el fraccionamiento interno de los dirigentes, negarlo seria hacerse de la vista gorda cuando hoy vemos a varios de ellos en curules de la cámara de Diputados. O que se vició el movimiento inmortalizando consignas viejas y retrógradas que salían de las entrañas de un Partido comunista igual de viejo y retrasado históricamente que quería, entre otras cosas, octubres soviéticos para todo el mundo. Sin embargo, tampoco podemos negar que si gozamos de educación hasta cierto punto gratuita y pública, con libertad de cátedra, y con otras libertades es gracias a este movimiento. Está de más decir que ésta generación no lo conoció. De igual forma la creación de CCH’s y de preparatorias populares, el aumento de espacios para ingresar a la educación media superior y superior que se da en los años 70’s y 80’s es por el movimiento que unificó a varios sectores de la sociedad. Desde mi punto de vista las libertades democráticas que se ganaron y se ejercieron hasta 1985* son una herencia del movimiento estudiantil que fue violentamente reprimido en el 68’. Con la irrupción del neoliberalismo y su contraparte: los movimientos autonómicos -en México el EZLN- podemos decir que se inicia una nueva etapa que busca reivindicaciones para los movimientos sociales, pero que necesariamente están ligados al año de 1968.
En este sentido, lo que puso a México en camino a la modernidad del siglo XX no fue la irrupción de la ciencia y le tecnología ni nuestra cercanía con Estados Unidos. Fue el movimiento estudiantil que se globalizó junto con los otros movimientos en el mundo entero. De alguna manera podemos señalar este año como el momento en el que países supeditados a los imperios - formados tras la segunda guerra mundial- deciden buscar las riendas de su destino, recordemos que en los años sesenta se dan los movimientos de liberación nacional en las colonias asiáticas, africanas y latinoamericanas. La nueva forma de hacer política, la apertura democrática de algunas instituciones, la defensa de los derechos humanos y laborales y el reconocimiento del sector estudiantil fueron los logros y las conquistas que hoy estamos perdiendo poco a poco.
*Señalo el año de 1985, ya que para mi es el año en que irrumpe la ideología neoliberal en nuestro país.
Pensar que lo que no fue en mi año… -está ajeno a lo que soy y donde estoy- , es una rotunda negación de los procesos históricos. Ni una clase social puede estar ajena a algún acontecimiento histórico por que justamente son éstas las que dan fuerza al movimiento de la historia. Cuando un sector se desentiende de la historia y el pasado; la memoria esta condenada a perecer. Una movilización como la que cada año los días dos de octubre se realiza ya no debería ser sólo para rememorar el movimiento estudiantil del 68, sino para buscar la reivindicación para mejorar las condiciones actuales en las que vivimos, el espíritu del 68 no es el salir a las calles y no solo es no dejar en el olvido a los que ofrendaron su vida por mejorar este país, el espíritu del 68 es aquel que siempre busca optimizar las condiciones especificas y actuales de nuestra sociedad, aquel que sabe dejar las consignas retrogradas en el pasado y busca en la realidad las posibilidades de un cambio. Esto es, desde mi punto de vista, lo que se debe perseguir en una marcha: la denuncia colectiva. Salir a marchar este dos de octubre debe ser un acto donde se busque no olvidar nuestro pasado, es salir a reconocer que lo que gozamos hoy costo vidas, y marchar es un acto de voluntad propia donde el individuo se reconozca entre la colectividad que ahí esta reunida, donde se identifique que hay problemas en nuestro país y que hay maneras de solucionarlo con un movimiento social que esté a la altura de lo que exige el presente, no el pasado; salir a las calles este dos de octubre va más allá de la consigna, el panfleto y el comité. Salir a las calles será hacer valido que todo pueblo que no conoce su historia esta condenado a repetirla.
Desgraciadamente, hay un eco que traspasa estos objetivos y es el de la violencia injustificada que comúnmente se da durante las movilizaciones de cada dos de octubre. Mucho contribuyen los medios de comunicación masiva para que de una forma mediática se transmita al espectador una imagen errónea de lo que significa la marcha, las imágenes y el reportaje hacen exclusivo de la noticia los actos vandálicos que lamentablemente se dan y que la mayoría de las veces son grupos porriles infiltrados sin negar que en otras ocasiones son estudiantes que no tienen la suficiente información de lo que se conmemora y se dejan llevar por una errónea visión de lo que es la protesta. A pesar de esto aun hay muchos que van en plena conciencia de lo que se hace, se dice y por que se marcha cada dos de octubre, los que si buscan justicia por los estudiantes asesinados el 2 de octubre de 1968, el 10 de junio de 1971, etc. pero que también reconocen que el presente ya no es el pasado y que hoy salir a las calles no es solo una muestra de repudio contra el sistema y que ni siquiera puede ser esto, sino que es la conquista -con conciencia del respeto a los demás- de una vida digna la cual es legitima y respetable.
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