La maja y el ruiseñor
By
NiHiL…
Este era un ruiseñor
enamorado de una muy bella pajarita. A ella encantábale la música y los cantos.
A el también, pero cada vez que intentaba musicalizar su voz, sólo salían ásperas
prosas. Pobre ruiseñor, no sabía cantar y su corazón quería conquistar. Decidió
entonces buscar otros modos de llamar su atención. Una noche, viajando, conoció
al cuervo, un hechicero que aunque no sabia cantar, de inmediato se mostro como
un ave audaz. El cuervo le enseño las dotes de las palabras, y su encanto para
adentrarse en las almas. Además le dijo que ante la música, ellas son dignas de
competir, lo cual alegro mucho el corazón del ruiseñor, quien de inmediato voló
junto a su amada para emprender la conquista. Al principio las cosas salieron
bien, y entre cantos, las palabras se abrieron camino hasta abrazar el alma de
aquella linda pajarita.
Entonces
ella canto para él, arrullando sus sueños.
Mientras tanto, la luna
se reflejaba lúgubremente en un ojo del cuervo. Tenía un secreto sin revelar. Era
que además de conocer las bondades de las palabras, también sabía que podían ser
muy malas, y llegar a lastimar dejando heridas que tardarían mucho en sanar. Por
eso lo guardo en secreto.
El ruiseñor hablábale
todos los días a su amada, recitábale poesía y escribiále cartas. Ella también estaba
muy enamorada por todo lo que él le decía. Pero el jovenzuelo se confió, y dejo
de esforzarse como la hacia antes. Se descuido y ahora sus palabras eran nulas.
Se estancaron en una vacuidad y perdieron su mágia.
Cuando se dio cuenta
que estaba perdiendo a su doncella, tuvo miedo y se desespero intentando
recuperarla. Sus palabras se volvieron precipitadas, negras y tortuosas. Ya no hacían
bien, hacían mal, y a su pajarita lastimaron. Ella, aunque lo quiso mucho, se
tuvo que ir para no seguir siendo lastimada por el ruiseñor.
El pobre, tan inocente
en su maldad, se fue con su tristeza jurando para siempre callar, para no
volver a lastimar. Así es como en las noches los ruiseñores empezaron a cantar,
ocultando, entre la oscuridad del follaje de los arboles, su tristeza. Pero no
es un canto en realidad, sino un lamento elevado al viento, esperando con
paciencia a que su amada maja le escuche y le perdone, y por fin, puedan estar
juntos.
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