miércoles, 13 de marzo de 2013

Utopía


By NiHiL

El libertario cayó rendido en medio del desierto, empuñando la arena entre sus dedos. Se había cansado de buscar aquella utopía, “un lugar mejor” a donde ir. Había salido hace ya mucho tiempo de su país natal. Pero ahora veía al horizonte y se sentía rendido. Cansado, con la mirada desparramada sobre el rumbo de donde provenía, se le empezaron a cerrar los ojos, empezó a soñar.

         En un pueblo muy primitivo, donde se creía en fuerzas sobrenaturales, había nacido un niño con el ideal libertario, impregnado en el corazón. No comprendía las cosas a la manera de los demás, siempre cuestionaba, pues a lo que muchos llamaban bien, el pronto encontró mucho mal. En lo que muchos llamaban orden, el siempre encontraba injusticias. Al poco fue señalado, y muy confundido quedo, pues él sólo quería lo mejor para todos, pero todos sólo querían lo mejor para sí. Un día, un viejo loco le hablo de un lugar “donde todo es mejor” y que se llamaba utopía. Para llegar ahí se tenía que ir al fin del horizonte, allá donde sale el sol. El libertario era ya un joven y decidió partir en busca de “utopía”.

Después de caminar por mucho tiempo encontró un lugar donde ya no había fuerzas sobrenaturales, sino un Dios creador. Al principio no le pareció mal, pues prometía un lugar mejor en otra vida, si en esta bien te portabas. Por desgracia, o por fortuna, descubrió que sólo era una tetra para abusar del más ignorante y débil.  Este joven que ya era un hombre, decidió volver a partir a buscar utopía, “un lugar donde todo es mejor”.

Su camino fue largo, pero encontró un lugar donde el gran pensamiento humano al Dios había matado. La ciencia era el prócer que conducía el comportamiento humano. El libertario descubrió que sólo sirvió para que los apoderados del antiguo Dios hicieran negocio a costa de los ignorantes, y lucraran con la salud humana con una impresionante “industria médica”. El viejo libertario, ya con la barba crecida, partió nuevamente en busca de “un lugar mejor”.

… despertó en medio de ese desierto y comprendió que si ni lo sobrenatural, ni Dios, ni la ciencia, han podido acabar con la injusticia, pero cada uno ha sido, a su modo, mejor que el anterior, entonces la utopía no es un lugar al que se llega, sino un ideal para avanzar siempre hacia la libertad. Era su turno de acabar con las injusticias… 

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