By NiHiL
El
libertario cayó rendido en medio del desierto, empuñando la arena entre sus
dedos. Se había cansado de buscar aquella utopía, “un lugar mejor” a donde ir.
Había salido hace ya mucho tiempo de su país natal. Pero ahora veía al horizonte
y se sentía rendido. Cansado, con la mirada desparramada sobre el rumbo de
donde provenía, se le empezaron a cerrar los ojos, empezó a soñar.
En un pueblo muy primitivo, donde se
creía en fuerzas sobrenaturales, había nacido un niño con el ideal libertario,
impregnado en el corazón. No comprendía las cosas a la manera de los demás,
siempre cuestionaba, pues a lo que muchos llamaban bien, el pronto encontró
mucho mal. En lo que muchos llamaban orden, el siempre encontraba injusticias.
Al poco fue señalado, y muy confundido quedo, pues él sólo quería lo mejor para
todos, pero todos sólo querían lo mejor para sí. Un día, un viejo loco le hablo
de un lugar “donde todo es mejor” y que se llamaba utopía. Para llegar ahí se
tenía que ir al fin del horizonte, allá donde sale el sol. El libertario era ya
un joven y decidió partir en busca de “utopía”.
Después
de caminar por mucho tiempo encontró un lugar donde ya no había fuerzas
sobrenaturales, sino un Dios creador. Al principio no le pareció mal, pues prometía
un lugar mejor en otra vida, si en esta bien te portabas. Por desgracia, o por
fortuna, descubrió que sólo era una tetra para abusar del más ignorante y
débil. Este joven que ya era un hombre,
decidió volver a partir a buscar utopía, “un lugar donde todo es mejor”.
Su
camino fue largo, pero encontró un lugar donde el gran pensamiento humano al
Dios había matado. La ciencia era el prócer que conducía el comportamiento
humano. El libertario descubrió que sólo sirvió para que los apoderados del
antiguo Dios hicieran negocio a costa de los ignorantes, y lucraran con la
salud humana con una impresionante “industria médica”. El viejo libertario, ya
con la barba crecida, partió nuevamente en busca de “un lugar mejor”.
…
despertó en medio de ese desierto y comprendió que si ni lo sobrenatural, ni
Dios, ni la ciencia, han podido acabar con la injusticia, pero cada uno ha
sido, a su modo, mejor que el anterior, entonces la utopía no es un lugar al
que se llega, sino un ideal para avanzar siempre hacia la libertad. Era su
turno de acabar con las injusticias…
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