El funk no muere
¿los hermanos negros tampoco mueren?
las mujeres de Juárez seguro todavía mueren
pero todos las hemos olvidado
menos ese negro de la novela de Bolaño
/ el chileno de café con leche y cirrosis,
el del país de la dictadura, el MIR y el salir
huyendo
aquel lugar donde la gente volvió a las calles
sólo para gritar un poquito de su rabia
a la “muerte” de un Neruda
que hasta la tumba conservó ese nombre,
el sitio de una Violeta suicidada/
el escritor que se aventó cientos de páginas
a sabiendas de que olvidaríamos a esa miriada de
mujeres
desaparecidas violadas torturadas asesinadas y borradas
en este país donde unas cuantas reclaman su derecho a
desnudarse
como manifestación artística en plena vía pública
Este México que no deja de tener desaparecidos
números listas archivos
y donde parece que se olvida que esas cantidades y
esos nombres
petrificados en memoriales construidos con material
que serviría más
para una casa de cualquier familia en un rincón de
hambre de Oaxaca
o de cualquier otra parte
son en su raíz nombres traducidos en sufrimiento
soledad abandono desespero
y un trecho grande de vocablos más que todos traemos
enterrados en el alma
lapidados no por la esperanza sino por el miedo
Por eso seguimos en nuestras casas apoltronados
escuchando el funk de negros
moviendo una pierna a ritmo de consuelo
Y mientras en Missouri policías siguen tomando vidas
de jóvenes
uno reza, porque a veces recuerda cómo hacerlo,
reza por no ser mujer negro joven
indígena migrante
normalista obrero
perro de tienda de mascotas o vagabundo
Y a veces uno quisiera rezar por no ser humano
o habitante del planeta tierra
Pero continuamos moviendo el pie
al ritmo del funk de negros
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