domingo, 12 de julio de 2015

Tango y Milonga de hoy



Por miXena
Son cerca de las cuatro de la tarde de un sábado muy especial, salgo de la estación Xola de la Línea 2 del Metro, del lado en que se encuentra el mural, según las indicaciones que me dieron, dirección Cuatro Caminos. Una vez en Tlalpan, apuro el paso a la derecha y doy vuelta, casi en seguida, también a la derecha; me sigo de largo unas tres o cuatro calles hasta que comienzo a ver los árboles de ese pequeño parque situado a la mitad. Ahí se encuentran reunidos ya cerca de 30 personas, sobre el escenario de concreto, aguardan la llegada de Carmina y Miguel, mientras instalan el sonido y acomodan la lona por si la lluvia. 

No mucho tiempo después da inicio la clase, hay que corregir postura, cerrar costillas y pensar en tango. Los pasos deben nacer como la traducción de lo que tu cuerpo imagina al escuchar el ensamble de bandoneón, contrabajo, piano y violín. Luego de tantos años sin atender el llamado para volver al sur hay mucho trabajo que hacer, pero para eso están los dos jóvenes que a mi me gusta llamar profesores. Miguel García y Gabriela Carmina son dos no promesas sino realizaciones del tango en México, además de continuar preparándose constantemente, con su corta edad han pisado escenarios como el del Mundial de Tango que se realiza cada año en Buenos Aires. 


Esta bella pareja, cuyo acoplamiento en el baile es intimista, imparten gustosos una clase para principiantes cada sábado a partir de las cuatro de la tarde, la cual sobrevive de su amor por el baile y la cooperación voluntaria de los asistentes. Al final de la lección, el escenario se transforma en un espacio para dar rienda suelta a lo aprendido, se disponen bancos por si uno quiere tomar un respiro y arriban bailarines más experimentados que acuden para no dejar de vivir el tango. Es La Milonga de Xola. 

Cuenta Miguel que La Milonga de Xola tiene cinco años de vida y es una de las más concurridas en el DF, pues existen otras en la ciudad. Cada aniversario de esta milonga se convierte en un gran festín de alegría y baile sin parar, a él arriban bailarines de todas partes, incluso, uno que otro argentino que extraña su país por un momento. Hay exhibiciones de baile en las que participan parejas reconocidas en el medio, entre las cuales estaca la infaltable pieza con la que deleitan a sus alumnos y amigos Carmina y Miguel, quienes en sus clases no sólo comparten sus conocimientos de técnica sino que desvelan el mundo de las orquestas y los compositores que para millones está reducido a Gardel.

La fiesta se extiende hasta muy entrada la noche y yo debo volver a casa, pero si alguno está interesado en sentir cómo su cuerpo responde con pasos que no conocían a ese ritmo que encierra poder, sensualidad, tristeza, pasión, alegría, rapidez y lentitud que se corresponden con un diálogo entre hombre y mujer que se piensa  intraducible, asistan a las clases cada sábado en punto de las cuatro en La Milonga de Xola. Para llegar sólo deben seguir las sencillas instrucciones que se describen al inicio. 



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