Black Rebel Motorcycle Club
Por MiXenASi algo nos sentimos, muchos de nosotros, es un espectro en todas esas fiestas donde la gente o se la pasa con su pose intelectual malversando sobre poetas como los que nunca llegarán a ser, o simplemente no parecen conectados con una realidad existente más allá de la televisión. También el dolor de una que otra pérdida irreparable en el camino nos deja como espectros en el festín de la vida.
Muchos conocieron a esta banda por una película que a mi no me dejaron ver. Su tema anunciaba el inicio de un viaje por los pasillos del dolor, por las carreteras del sufrimiento, por las calles del alcohol que consume un alma llena de lágrimas. Ella se ha ido, decían, el amor arde dentro de mi, se escuchaba el aullido desde un puente porque las personas nunca cambian. A mi me han acompañado muchas veces en mi vida cuando más necesito contener unas lagrimas de noche y sola, pero ellos me dan la confianza para desvanecerme en un llanto sanador, esa clase de lágrimas que te dejan vacía, esos vacíos que sólo se pueden llenar con la poesía de alguien que sufre como tú. Cuando vinieron a México yo estaba separada por enésima vez de él. Nos encontramos en el concierto, cada uno tenía un "papel" en su bolsillo y una cervezas quitándole la sed, (esto nos lo contamos cara a cara escuchando unos de sus discos oído a oído en un camión de regreso a casa, o a la que era nuestra casa que en estos momentos es sólo mi hoyo lleno de recuerdos y vació de sus sueños) nada mejor podía acompañar este momento que nuestra presencia a lo lejos, un polvo blanco y alcohol que bebes a tragos largos para terminar en el suelo. BRMC es así, esas tres cosas lo definen. Borracheras por que tú no estás y me coloco tan cerca y tan lejos de tu corazón (encuentre ahí su juego de palabras, porque para mi nunca ha sido un juego).
A él, esa mi constante en mi vida de derrotas o en mi derrotada vida o en mi única derrota que importa en esta vida, también le han llenado sus oídos con las dulces palabras del éter en esas situaciones complicadas en que se ha encontrado a lo largo de su espiral. Son una banda de poder, de sonidos rudos, de guitarras que se destrozan el alma en cada nota, de melodías suaves que te entran por los oídos y paran tu corazón, de coros que son dulces constricciones del recuerdo. Tienen una batería que dialoga a la perfección con ese bajo que guiña el ojo y sonríe porque sabe que el movimiento de caderas va a iniciar, y cuando entra la guitarra ese lento balanceo se convierte en un brinco-desenfreno. Su música es la perfecta combinación de blues y rock con un goteo de gospell que no deja de sorprenderte a cada disco
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Consideradas (por mi) entre las pocas bandas que, de su generación, han logrado mantenerse, no en el gusto del público, sino en un nivel musical de calidad sonora, esta primavera nos regalan un potente disco digno de robarse de la internet. El inicio de Specter at the Feast, esos primeros segundos que te ponen a la espectativa, están llenos de notas campanosas muy ambientales como la música que anda rolando por las ondas sonoras últimamente. Así que les confieso que creí que el archivo descargado me había tomado el pelo, sin embargo, si lo escuchan con atención esa oscuridad tan característica del grupo está presente, el espíritu electrónico que parecía anunciarse se desvanece ante tus oídos cuando te das cuenta que todo es producido por instrumentos y cajas de ritmo. Una justa y precisa suavidad, que te hace titubear un poco entre la niebla que se va soltando desde un escenario a oscuras, abre paso a las guitarras de poder con las que mueves la cabeza de arriba a abajo, te sientes invadido, la sustancia que llegó a tu cerebro va bajando por tu garganta y todo se adormece, eres un Fire walker... Disponte ahora a quemarte entre estos 12 tracks que van y vienen como la olas, soporta el dolor y disfruta las lágrimas, cae y revuélcate, deja que termine y pon el disco otra vez... http://youtu.be/iRDuJQaLCAQ
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