By
NiHiL
Antes que
nada, para estar a tono con los sentidos, hay que sintonizar la música
adecuada. Si no hay sonidos que ambienten las palabras de una manera armónica,
entonces nada se puede decir. Empezamos al azar, escribimos cualquier nombre en
el buscador, un clik aquí, otro por allá, algunos versos agresivos raspan las
bocinas del computador. Nuevo clik, algo de reggae, no. ¿Blues? Demasiado bueno,
¿jazz? Atrapa la atención con demasiada facilidad. Clásica, por supuesto. No,
no pienso escribir algo tan épico. Algo he de encontrar. No hay como la música
del silencio entre los consejos de la montaña. Pero en esta era, donde la gente
se palpa a través de un teclado y una gélida montaña, predomina el ruido.
El ruido
que ensucia la música, el ruido que contamina el ambiente, el ruido visual que
contamina la imagen de la ciudad, el ruido mediático que no permite que nadie
conozca la verdad, el ruido político que vicia las virtudes de una sociedad.
Ese ruido estridente que rompe con la armonía de las cosas, despedazándolas, fracturándolas,
ensuciando la esencia misma. Es una intrusión dentro de un orden que hace que se
alteren los sentidos. Una armonía es un equilibrio, una correspondencia mutua
entre cosas que mantienen un estado de tensión perfecto. Ni arriba ni abajo, ni
muy aguado ni muy tenso. Tampoco es el órgano fláccido y tibio en el que se
refugian los neutros. Es una estructura perfecta entre los elementos que la
conforman.
Las
tendencias musicales actuales demuestran que es posible hacer música incluso
con “ruiditos” y hasta bailar. Hay que dopar tu cerebro con químicos y alcohol
lo suficiente para estar bien “colocado” y disfrutar de la fiesta.
¿Cuál es la
droga? Televisión en el caso social, moda en el económico, consumismo en el de
clase. Es la fiesta moderna y la música que suena aquí esta hecha a base de
ruiditos. Los responsables son un grupo de dementes que se han posesionado del
sanatorio donde estaban encerrados, ahora han medicado a los custodios, atrapándolos
en esas frías salas del pensamiento.
El mundo a
veces parece tan irreal, las películas de ciencia ficción son una mezcla
rebajada para adecuar mentes a ideas, y actitudes a patrones de control. Se
entiende que la labor del Estado es preservar el orden. ¿Pero es necesario para
eso borrar la conciencia de los individuos, usar esas técnicas de manipulación
y estrategias que oculten sus fechorías? Pretenden conservar intacta la imagen de la
virtud, que es falsa por supuesto.
El
autoengaño, el autosabotaje. Nicolás Maduro podría estar siendo traicionado por
sí mismo, por sus ideales y sus capacidades reales. La brecha de diferencia de votos
venia cerrándose para Capriles. Esta vez estuvo a nada de ser superada y
colocarse del otro lado de la línea de popularidad venezolana. Maduro ha ganado
por una diferencia mínima, pero las malas lenguas dicen que le hubiera sido más
conveniente perder los comicios. Ante la
gran estructura formada por el difunto comandante, Maduro tiene que seguir con
el modelo socialista dentro de la Revolución Bolivariana, del cual no ha
mostrado la seguridad suficiente para poder llevar a cabo tan ardua tarea.
Por otro
lado, en un breve paréntesis, me gustaría traer a colación el nombre de Juan
José Rendón, un experto en guerra sucia que trabajo en México durante largos
años para el PRI, en particular para Madrazo y Gordillo, y ahora fue contratado
para ensuciar la campaña de Maduro y engalanar la de Capriles. No es de extrañar la falsa apariencia que
caracterizo a Capriles durante la campaña electoral, adoptando símbolos que se
caracterizaban por pertenecer al chavismo.
De esta manera desprestigiaría a Maduro al mismo tiempo que intenta
ganar adeptos en la zona del chavismo.
A pesar del
corporativismo implicado y las distintas redes de infiltración manejadas por Washington
para derrocar al chavismo, Maduro ha ganado las elecciones en Venezuela por una
diferencia casi absurda. Maduro tiene que demostrar que tiene la fortaleza y la
inteligencia necesarias para sacar avante el proyecto chavista. El proyecto
personal de Maduro es, por lo mientras, recuperar la confianza de los
venezolanos y superar la crisis por la que atraviesa (que se sospecha es un boicot
empresarial). Si tiene éxito, Venezuela podría alcanzar un punto de estabilidad
y autonomía nunca visto dentro de un proyecto distinto a la política neoliberal,
donde predomina el mercado capitalista,
pero si fracasa, toda la edificación del chavismo podría desmoronarse.
La tinta de
mi pluma no deja de brotar, incluso si no se desliza sobre el papel, surco el aire
con palabras de fuego, que se elevan hacia el cosmos en busca del Logos. La
meta es encontrar el inicio.
Ejercicios
bélicos en contra de inocentes. Si una bomba en forma de dildo, cayera en manos
de un cura pederasta y explotara al encenderlo, intentando introducirlo por su
culo mientras sus manos se deshacen, lo podría entender ante la ineficacia y
complicidad de las “autoridades”. Pero que una bomba deje sin piernas a decenas
de personas, y mate a otras tres, en medio de un espectáculo familiar, es
totalmente absurdo. No puedo entender el motivo de este tipo de actos contra
civiles, personas inocentes, sin un objetivo determinado más allá de hacer el daño
en masa. Si en un atentado que sacrifica vidas se cumple un objetivo distinto,
como una desestabilización de la economía, podría remotamente pretender
justificarse, pero bombas en un maratón van más allá del límite racional. ¿Por
qué dirigir un ataque hacia los civiles, personas que sólo asistían a un evento
deportivo en compañía de toda su familia? No lo puedo entender. La noticia me
cala los huesos, las brutales imágenes me dejan atónito. Lo más vil que puedo
imaginar es a un completo descerebrado con algún tipo de desorden mental
causado por un trauma irreparable que lo orilla a actos antisociales como el ocurrido en Boston.
Pero es más
inocente pensar que el responsable de este acto es un descerebrado, pues para
efectuarlo y salir impune se necesita una gran inteligencia y suspicacia, o
tener demasiada suerte. La Casa Blanca no se ha aventurado a conjeturar nada,
no ha hecho responsable a nadie, pero promete llegar al fondo del asunto y
aplicar todo el peso de la ley. Por un lado es difícil identificar un
responsable, pues no tiene pocos enemigos, por otro lado, no es un disparate
conjeturar un autoatentado para iniciar un conflicto bélico contra quien
resulte, falsamente, responsable. ¿Habrá
sido sólo una mente enferma que entrara a la historia de asesinos seriales como
Charles Manson, o será responsable algún grupo terrorista que pretende infundir
miedo en la población Norteamericana, o peor aún, será responsable la misma
Casa Blanca para culpar a alguien contra quien no encuentra el pretexto
suficiente para atacar?
El mundo
viaja sobre una espesa neblina de ideas tóxicas, al principio dañan el
organismo, transformándolo de tal modo que después sea imprescindible seguir consumiéndolas.
La desintoxicación puede resultar en un largo proceso de desapego a todo lo que
conocemos actualmente como verdadero y construir una visión propia que fluya
con naturalidad en conjunto con los mecanismos de otros cerebros en esos cráneos
andantes de la sociedad.
Hay quien
cree ser libre dentro del sistema moderno, les han puesto los “juguetes”
necesarios para que nunca pretendan alejarse, ir más allá del límite. Porque si
eso pasara te darías cuenta que la cadena que te ata al dogma es en realidad
muy limitada. Tu sentido común podría impulsarte a romper aquello que te hace
esclavo, o tu raciocinio domesticado llevarte de regreso a tu lugar en la fila
y por ningún motivo volver a intentar forzar las cadenas porque dejan marcas
doloras e imborrables.
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