Existen
tres niveles para poder concretar un texto hasta su publicación. El primero es ese momento de lectura, donde
se lee de todo para tener materia prima para posteriormente escribir, el
segundo es un momento de reflexión entre lo que se leyó y lo que se tiene
propuesto plantear sobre el papel. El tercer momento es relativamente el mas
corto, cuando se logra plasmar la idea sobre el papel (o el maldito monitor… o
pantalla). El proceso mediante el cual se efectúan estos tres niveles puede
suceder en cualquier parte, siempre y cuando se cumplan dos condiciones
indispensables. La soledad y el silencio, en la medida que sea posible.
Lamentamos
informarle que el autor de la columna de las 4, para el blog de “Sobredosis “,
se encuentra en una especie de internado mental metafísico. Es por esta razón
que la nota de las 4 no siempre les llegara a la hora acordada. Por estas
horas, las diez de la noche mas o menos, el ya debe estar saliendo de ese
refugio mental. No se confundan estimados lectores, su cuerpo aquí esta, pero
su mente raramente logra tomar el control total y absoluto de su masa. La razón
es simple, pero un tanto compleja de explicar. Él no cuenta con la cantidad
necesaria de aislamiento social ni con el silencio necesario para lograr
concretar a tiempo la nota. Su problema principal suele ser la gente.
Para aquel
con una poca experiencia, la mínima en el asunto de la lectura y la escritura, estará
de sobra la explicación que daré a continuación. Para aquel que no tiene el
hábito de la lectura, es de suponerse que remotamente podrá tener el bello
hábito de la escritura. Bueno, pues para
cumplir las tres fases de un escrito, lectura, reflexión y escritura, se
necesitan altos registros de concentración. Para que ello sea posible es
necesario que el entrono sea tranquilo, de ser posible amplio, agradable, y sobre
todas las cosas, silencioso y aislado de personas que distraigan tu atención.
Hay gente
muy hábil, capaz de llevarlas a cabo aún en un entorno muy ruidoso, como por
ejemplo, el metro, una plaza pública, un café etc. Pero todos esos lugares
tienen algo en común, y es que a pesar de todo, el sonido que los rodea no
llega a ser ruido. Los niveles de volumen y el tipo de sonidos que rodean al
lector no llegan a ser molestos. Pero es innegable que el silencio es una parte
crucial para lograr una buena lectura, o en su defecto un sonido en armonía,
como la música, el canto de las aves, el
mar y sus olas, o el viento (¿han escuchado el viento? Ha que bella voz y que
bellos consejos brinda el viento). El sonido que no permite que nos
concentremos a leer puede ser evadido simplemente cambiando de lugar. Pero eso
no es tan sencillo cuando el sonido te sigue a donde vayas. El único lugar
donde le es posible completar el proceso, es en su habitación, a muy altas
horas de la noche, donde nadie le moleste.
El escritor
en cuestión, quien hasta el momento sigue ausente, pudiera llegar a contarles
un cuento retorcido, sacado de su “mundo ficción” que habita en su imaginario.
Un lugar en el que los hechos son paralelos a la dimensión en la que vivimos.
Donde los personajes quizá no existen, pero tienen más realidad ontológica que
los de la vida real, son símbolos de los prototipos que abundan en el mundo
material. Es decir, son personajes que contiene la forma de la materia que se
transforma en el mundo tangible. Cuestiones filosóficas que solo él y su
sequito de amigos intelectualoides pueden explicar. O quizá les hablaría, ahora
que anda en su excursión de análisis política,
de la Ley en Telecomunicaciones, la que se discute ahora con cada uno de los líderes
y dirigentes de los principales sectores implicados. Podría ser también de los
presos políticos en Chiapas y enaltecer el movimiento indigenista, hablar un
poco sobre los derechos humanos y derramar un poco de pasión libertaria. Cuando
se le acaban las razones, simplemente deja que el corazón hable. Él quisiera
hablarles de la revolución y como no es un movimiento que nazca de una mente
brillante, sino de miles de mentes comunes pensando en cosas magnificas. Él también
puede pretender atacar a la tan enaltecida democracia de hoy en día, que no es
sino un concepto sucio, vendido, y revolcado, utilizado por los poderes hegemónicos
y tiranos para amansar al pueblo ignorante y convertirse en el ladrón de guante
blanco mas audaz dela historia: El estado.
Él quisiera
incitar a todos a una desobediencia civil, pero consciente. Buscando siempre la
verdad y la bondad de los actos y materializando los sueños utópicos que por
siglos han perdurado, y que ahora, tan enajenados de nuestra naturaleza estamos,
que sólo los vemos como cuentos de hadas.
Este
aprendiz de la tinta mágica que provoca que con sus símbolos se llenen páginas
de discursos capaces de conmover la naturaleza humana al grado de provocar que
se generen grandes acciones, no puede completar su proceso de lectura,
reflexión y escritura a lo largo del día de una manera. La gente acude hasta
donde él esta, en su pequeño refugio debajo de una escale, leyendo y
escribiendo. No se con exactitud lo que el susodicho tendrá o hara, pero tiene
muchas visitas “amigables” a lo largo del día. Sólo vienen a conversar, les
gusta conversar con él, pero él no esta para platicar. No basta con ignorarlos,
llegan más y platican entre ellos y es
inevitable distraerse. Es por estas razones que su mente sufre leves colapsos,
de los cuales se repone después de unas horas. Por más que intente ignorarlos
ellos siempre harán lo posible para acaparar su atención y cuando parecen irse
las molestias, no pasan mas de 15 minutos cuando un nuevo individuo ha llegado
a quitar el tiempo.
Es por eso
que este día que ya pasó la nota de las 4 sale totalmente a destiempo, esto es
un aviso para comunicarles que si la
nota no llega a tiempo, es porque el escritor viaja por ese limbo mental en el
que intenta buscar el espacio y tiempo necesario para poder hacerles llegar sus
humildes palabras con un tono reflexivo y rebelde.
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