lunes, 8 de abril de 2013

Vivir muriendo


By NiHiL

Apenas estamos desenchufando las jeringas de las venas. La dopamina en exceso es un veneno que daña tu percepción.  Cuando crees volar, despiertas más abajo.

La melodía de una dulce voz te arrastra por lugares inhóspitos, prefieres no recordar, pero ya es parte de ti, no se puede eliminar. Una gruesa voz se escucha gritar al final del pasillo. Un girasol se estampa con la planta de tu pie. Unas manos frías te abrazan por la espalda y una voz que dice “tómame” sibila en tus oídos. Quieres gritar pero estas mudo. Nadie escucha tus gemidos. Quieres caminar, correr, buscas la salida.

Hay una puerta en el costado, tiene tus iniciales grabadas con fuego en la parte superior. La abres con cuidado, es la salida, hay un inmenso jardín. Hay música, es una mezcla de jazz, blues, rock, folk, soul, metal, clásica, y esos extraños ritmos orientales.

Hay paz, mucha paz. Quisieras correr pero algo te ata aún. Caminas hasta el final de la pradera y cuando estas a punto de adentrarte en el bosque, una extraña sensación te hace volver. Ves esa puerta, pero no entras, sin embargo no te vas. Te sientas, lías un cigarrillo y buscas una botella de ron para hacer más llevadera la agonía. La empiezas a beber, pero al poco tiempo te harta, estas borracho, pero aun no convulso. La avientas por los aires, la botella cae y no se rompe. La impactas contra un árbol, contra la pared, el suelo, la botella no se rompe. La pateas, la alejas, pero su poder te atrae. La entierras, y te vas corriendo. Huyes, buscas salir de ese prado. Entras en un desierto, no hay nadie. Buscas agua, tienes sed. Tu cordura falla. ¿Dónde estas? ¿Quién eres? Si corres la arena te absorbe. Te mueves lentamente, llevas años caminando, por fin hay un poblado. Todos están idos, nadie vive realmente. Hay muy poca alegría y muchas prohibiciones. Los habitantes de este lugar babean, te repugnan, buscas donde esconderte. Entras en un sucio callejón, te encuentras con una bola de vagos que te miran con sospecha. No les dices nada, ellos te ofrecen de fumar, aceptas. Una especie de ensoñación te aborda.

-¿tu crees que podamos volar?

Te pregunta alguien. Tú lo volteas a ver con seguridad clavada en tu frente.

-hace mucho que no toco el suelo

Te dejas caer de espaldas mientras el concreto te absorbe y desapareces tragado por la urbe.  No eres nadie, un espectro más, un fantasma en la ciudad. Un ánima en pena, condenada a rondar cual rata las calles, pretendiendo vivir. La gente esta muerta, son féretros sin alma.

Estas dentro de la matriz de una mujer desconocida. El líquido vital en el que sobrevives empieza a desaparecer, es tu momento de nacer, de comenzar a morir, lo que eternamente se ha de vivir.

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