Definitivamente, mis estimados dopados, tengo serios problemas para
hacerles llegar las notas que con tanto esmero escribo para ustedes. La razón, permítanme
aclararla, no es holgazanería. Muy al
contrario de lo que podrían llegar a pensar, escribo más de lo que ustedes
creen, aunque no tanto como yo quisiera, a pesar de las diversas actividades
que me he autoimpuesto a largo de cada uno de mis días para consolidar el “proyecto
dopamina”. No hay necesidad de entrar en
detalles, al fin y al cabo, la justificación no es suficientemente convincente,
pues creo que cuando uno se propone algo y no lo hace, lo demás son meros
pretextos. Pero entonces ¿por qué quiero excusarme de mis ausencias en el blog?
Porque más allá de esas mentadas
actividades, la verdadera razón no es un pretexto, sino una situación real. Les
contare un poco al respecto. Desde que tengo memoria, escribo en cuadernos, hojas,
papeles sueltos, en las hojas en blanco de los libros, en las libretas de mis
amigos, en resumen en cualquier HOJA DE PAPEL. Para muchos es más fácil hacerlo
directamente en la computadora, según ellos, tiene muchas ventajas. Para mí,
las ventajas son casi nulas. Puedo reescribir, si es necesario, un texto en mi
cuaderno hasta diez veces, pero al momento de transcribirlo a un formato
digital, una suerte de rechazo psicológico surge en mí, y entonces se abre
office Word y se queda en blanco durante horas, o días incluso. Evado la “responsabilidad”
arguyendo que el texto no esta concluido, uso el pretexto de seguir investigando
para agregar datos. Investigación que sí hago, pero jamás agrego los datos.
El olor y textura del papel, la
tinta deslizándose por su superficie, formar mi estilo de letra, ver mis hojas
y las palabras formando dibujos textuales, algún garabato ocasional, un
dibujillo, un mandala y unas palabras como flechas perdidas en dedicatoria a
alguna persona en especial. Ir formando el texto preciso, de tu mano, de tu
pulso, a través de la tinta, es una experiencia única e irrepetible. Supongo
que los dibujantes e “ilustradores digitales” me entenderán mejor, pues no es
lo mismo hacer un cuadro en caballete y sentir la pintura, que hacerlo en la
computadora, aunque repito, es totalmente justificable y entendible que a
algunos les sea más grato y productivo trabajar directamente sobre un monitor.
El problema no es escribir, sino transcribir.
He pensado incluso en tomar fotos
de los escritos y subir las imágenes, me gustaría tener incluso una secretaría
o algún dictador de voz que realmente funcione.
Pero la única verdad es que de algún modo tendré que acostumbrarme a este odioso proceso e integrarlo a mi
sistema de escritura.
Esta asquerosa maquina le quita toda la magia a una de las pocas cosas que hago bien, la escritura es lenta, no fluye como la palabras se deslizan desde la punta de mi pluma y dejan marcas, como tatuajes de sangre sobre el papel, no hay un compromiso real de la ortografía y la sintaxis, si me equivoco es fácil “borrar” y hacerlo “bien”. El brillo de la pantalla no es amigable con mis ojos, la tipografía es algo ahí, extraño para mí, tan estándar, tan cuadrada, sin personalidad, en todo caso estamos reproduciendo la personalidad del tipógrafo que invento “arial”, “calibri” o el tipo que sea. Sí, ya se que al final de todas formas en los libros vemos un formato estándar de quien escribe y no su verdadera letra, pero en la gran mayoría de los casos, existe un manuscrito detrás o un sujeto que se ha adaptado de modo eficiente a los modos de producción editorial que exige el mercado de las letras. Yo no, yo sigo siendo primitivo, rustico y rupestre, mi escritura primordial se expresa por medio del papel y, estimados dopados, les pido de su paciencia para ir integrando, paulatinamente, este odioso proceso a mi ser y cumplir puntualmente con las notas de las secciones designadas.
Esta asquerosa maquina le quita toda la magia a una de las pocas cosas que hago bien, la escritura es lenta, no fluye como la palabras se deslizan desde la punta de mi pluma y dejan marcas, como tatuajes de sangre sobre el papel, no hay un compromiso real de la ortografía y la sintaxis, si me equivoco es fácil “borrar” y hacerlo “bien”. El brillo de la pantalla no es amigable con mis ojos, la tipografía es algo ahí, extraño para mí, tan estándar, tan cuadrada, sin personalidad, en todo caso estamos reproduciendo la personalidad del tipógrafo que invento “arial”, “calibri” o el tipo que sea. Sí, ya se que al final de todas formas en los libros vemos un formato estándar de quien escribe y no su verdadera letra, pero en la gran mayoría de los casos, existe un manuscrito detrás o un sujeto que se ha adaptado de modo eficiente a los modos de producción editorial que exige el mercado de las letras. Yo no, yo sigo siendo primitivo, rustico y rupestre, mi escritura primordial se expresa por medio del papel y, estimados dopados, les pido de su paciencia para ir integrando, paulatinamente, este odioso proceso a mi ser y cumplir puntualmente con las notas de las secciones designadas.
Por el momento les dejo este
escueto texto, de narrativa de nivel confesionario, para que no se extrañen de
las ausencias, pues de todas formas, poco a poco, pero aquí estamos, volviendo
de este espacio un punto de cultura crítica y de dialogo, sin dogmas ni prejuicios que excluyan a
sectores sociales. Por supuesto, esperamos que el viaje con las dosis aquí
vertidas sean de su agrado y sino, pues expresen su disgusto en un comentario,
y si les gusto, pues también.
Por su atención, gracias y con permiso, que ese cigarrillo de ideas no se va a liar solo…
Por su atención, gracias y con permiso, que ese cigarrillo de ideas no se va a liar solo…
2 comentarios:
Te apoyo, regresemos a las maquinas de escribir,guerreras e infalibles.
Saludos.
VHSw
Yo no dije eso, al contrario, dije que me tengo que adaptar...
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