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sábado, 25 de julio de 2015

No te olvides del pueblo.

Foto: Christophe Segura


Texto por: NiHiL

Un paraje de sombras y arboles torcidos. Un falso fuego brilla en el fondo de un camino oscuro. Las risas huecas seducen mis oídos, arañan mis más cobardes emociones, coquetean con mi escurridizo ego. El humo flota entre los muros que alojan familias a las altas horas de la noche, cuando el gigante del universo nos vigila con sus múltiples ojos satélites plantarios.

Cuando naces no vives, comienzas a morir. Todo se vuelve una lucha contra el exterior y al interior por mantener los signos vitales. La vida, en general, es una lucha, un combate. La mayoría pierde. En términos económicos por supuesto, pero ¿Quién gana en términos espirituales? La materia es parte de nuestro espíritu.

Una bota obrera pisa el lodo por la mañana. Pisa tierra y charcos antes subir al transporte público, donde la clase obrera se moviliza entre las maltrechas calles. Un joven sostiene un arma debajo de su chamarra, se aproxima al "pecero" con otros 2 sujetos. Una mujer golpeada viene en la parte trasera con una gran maleta de ropa, ha huido de casa con su hija de 4 años que duerme en su pierna. Un joven repasa las canciones que ha descargado a su nuevo celular la noche anterior, se aburría en el trayecto a la escuela. Se empujan unos a otros, se miran con miradas desconfiadas y los más amorosos buscan un corazón que brinde refugio a la urgencia.

En una avenida paralela un delincuente viaja en medio de un convoy de seguridad que lo protege. Gobierna un país no hay ley, y la justicia se disfrazada de autoridad para dejar a un pueblo sufrir con la condena del olvido.

jueves, 16 de julio de 2015

Verano del 2014



Por Mixena 
Forza Napoli!

Cualquiera en algún punto del  planeta


Lo conocí por ahí de abril del 2014, en uno de esos trabajos que entonces los jóvenes solíamos tener, cualquier tontería explotadora que diera dinero suficiente para beberlo en libros y cerveza. Era un hincha napolitano, mitad mexicano mitad guatemalteco. Yo entonces no entendía bien el término. Considerablemente más alto que yo y con una barba por la que adoraba pasar mis dedos. Flaco como la vida y tranquilo como la muerte.
Comenzamos a acostarnos luego de una fiesta aburrida en el departamento de Nadie, un amigo de Cualquiera del trabajo. Aquella mañana que me ocupa y jamás pasaré de largo en la historia de mi vida salimos de uno de tantos hoteles del centro, Motolinia No. 40, lugares que aprendimos a frecuentar por placer y deseo, valga recordarlo. Comimos una pizza barata y, aún nos sobraba tiempo suficiente para vagar de día por esas calles que siempre andábamos a oscuras iluminadas, caminamos un rato entre gente, puestos y comida, hasta que nos tiramos en el piso de la parte trasera del Banco de México, ese pasillo donde  por momento de buena suerte uno podía encontrar joyas literarias extraviadas. Entonces, bajo la sombra de un edificio me lo contó todo…
Había viajado a Europa, podría decirse que solo. Por aquella su necedad que a veces le nacía de la mano de cierta extraña convicción paró en Grecia en la época de la mayor crisis de aquel país. Luego de una semana tenía que regresar a Roma a toda prisa para tomar el vuelo a Frankfurt donde tomaría el vuelo que lo traería de regreso a su México de tacos al pastor y cervezas. Su dinero, bueno, prácticamente se había esfumado y no quedaba ya posibilidad alguna de viajar a otro sitio. Sin embargo, algo de súbito lo abordó mientras repasaba en su cabeza el estado de su tarjeta y la convicción en sus bolsillos. Tenía, debía, iba a conseguir su playera del Napoli con el 10 estampado en la espalda. El 10 del Diego, el Diego que había llevado al campeonato a finales de los 80 a ese equipo de la liga italiana que a mi me suena a flan; el Diego que para mi existía sólo en la canción de Manu Chao y referencias a la cocaína. El Diego que, sin embargo, para ambos era el de «la mano de Dios».
En aquella parte de la historia, que yo escuchaba con una tenue extrañeza, se iluminaron los ojos y se le abrieron tan grandes como los míos lo hacían en ácido, sus manos se movían y sus labios temblaban un poco. Aquel hombre siempre fue un cuerpo palpitante en respuesta de todas las emociones.
Casi sin respirar me dijo: -Tomé el tren sabiendo que sólo tenía escasas ocho horas para llegar a la estación central de Nápoles, dejar mi equipaje en paquetería, correr a la tienda de souvenires y comprar mi playera del Diego; regresar por mi maleta, tomar el tren de nuevo y alcanzar el primer avión que debía tomar antes de llegar a México, eso si no quería terminar vagando en las calles sin dinero. Cuando llegué a la tienda no había duda de qué era lo que debía tomar, pagué la camiseta y salí corriendo. Miré el reloj que me gritó que aún tenía un poco de tiempo, así que pasé por una pizzería, pedí una rebanada de tan sólo un euro y de nuevo me puse a correr. Mis pasos se deslizaban por la vía Corso Umberto I, bajo la lluvia de invierno y con una pizza enorme en la mano, recién salida del horno del Bar Azteca. -Aquí, el tipo esbozó una sonrisa con algo de ironía y complacencia-  Sentía ese calor que sólo es parte de tu cuerpo porque afuera el frío y la lluvia imperaban. Me sigues?, -Sí, le respondí- Llegué empapado y agitado hasta la paquetería y mostré mi boleto al encargado. El viejo de más de ochenta años me señalaba molesto el reloj, reclamando que había llegado unos minutos antes de la hora acordada. Mi inglés incipiente no me dejaba explicarle nada y ya lo había puesto de mal humor. Lo único que trataba de decirle era que había desviado mi camino para comprar una cosa que deseé desde hacía una semana cuando estuve en esa ciudad. La había visto por todos lados y se convirtió entonces en mi mayor anhelo. No cualquier deseo de turista barato que viaja a Europa para llevar en una bolsa de plástico réplicas pequeñitas versión llavero de la torre Eiffel. Simplemente no podía volver a donde fuera sin ella, es que esa ciudad no era nada hasta que Maradona levantó al equipo, antes sólo era reconocida por la mafia, por eso las calles están repletas de ese orgullo que es irle al Napoli en que ganó Diego.
Me miró como si quisiera corroborar que lo entendía o que seguía conectada a su discurso.
Bueno - continúo - como seguía sin poder explicarle, saqué de la bolsa la playera de SSC Napoli con el número 10 y el nombre de Maradona, la extendí y la agité ante sus ojos. Cuando la vio, su semblante de viejo malhumorado cambió de inmediato. Con una voz salida de El padrino, una sonrisa y los puños apretados me gritó “¡Forza Napoli!” Luego el anciano me entregó mis maletas y preguntó de dónde era –Mexicano, dije yo. Salí del lugar justo a tiempo para abordar el tren y todavía recuerdo cómo se me iba enchinando la piel porque el anciano me despidió con un cántico del club al que casi, ontológicamente, todo napolitano sigue. “Arrivederci ragazzo” alcancé a escuchar a lo lejos. Entonces supe que había valido la pena toda aquella corrida a contra reloj.
Nunca antes, además de mi padre al que no veía desde hacía muchos años, había escuchado desbordar a alguien tanta vida por el futbol. Nos vimos algunas veces más lo que restó del año, siempre con la promesa de parar, además de en un nuevo hotel, en alguno de los grandes estadios de esta ciudad que, a veces, se termina tragando a las personas, justo como me pasó con él.
Aquel hincha, como nunca podré dejar de reconocerlo, se me escapó entre partidos de futbol y camisetas.

Una primera versión del cuento puede ser hallada en Liberpopulum. Fanzine de expresión mayeútica, No. 2 Año I febrero/marzo 2015 ( http://liberpopulum.blogspot.mx/2015/03/ano-1-numero-2-el-viaje.html )

viernes, 10 de julio de 2015

Estas son las formas de ponchar marihuana más pachecas

Texto por: Paco NiHiL





Nada mejor para una tarde de viernes, saliendo del trabajo o la escuela, que fumarte un buen cigarrillo de marihuana con una cerveza o un vaso de whisky quizá, y una buena compañía. Todo marcha bien, llegan a una habitación donde se puede tener privacidad, seleccionas un álbum clásico, Ten years after, Jefferson Airplane, Led Zeppellin, el que sea. Sacas una bolsita de tu mochila mientras tu acompañante te platica cualquier cosa.

- Ponchate - Le dices mientras sacas la yerba de la bolsita. 

Después de un rato te pide la "cana", tu te distraes con alguna revista o un folletín cultural. La cosa se empieza a dilatar más de lo normal, tu quieres prender ese "gallo" y fumar, relajarte mientras dejas que los humos se eleven. Por fin, después de un largo momento, tu amigo te da el porro.

Apenas lo puedes creer, la yerba se le sale por los lados, parece un plátano. Está completamente fláccido, de la cantidad de yerba que le has dado, se ha desperdiciado la mitad. Lo volteas a ver interrogativamente, tu acompañante sonríe tiernamente. Para no ofender su ingenuidad enciendes el intento de cigarrillo. Apenas si prende, para colmo te das cuenta que tiene "fuga", una varita a atravesado el cigarrillo por la parte central. 

Te das cuenta que no es como aquella vez, en que "poncho" un ganjaman experimentado. En esa ocasión era como fumar de un habano cubano, no se deshacía. Era firme y derecho. Ni demasiado flojo ni muy apretado. 

Si algo así te ha pasado, o no quieres que te pase, tienes que ver lo siguiente.

Esto es un poco más avanzado, pero es inspiración pura para hacer de tu 4:20 toda una experiencia.


ARTE U OFICIO



A VOLAR


PESO Y CONTRAPESO

VAS A LEÑAR UNOS BUENOS TRONCOS


ATOMIZADOR DE HUMO


ANCLA DE TEJADO


LOVE KUSH!!


PARA UNA TORTUGA NINJA (¿ALGUIEN SABE COMO SE LLAMA?)



BROKEN HEART!!


ANCLA DE BARCO!!


ACAPULCO GOLDEN


CANNABIS INDICA


NEURONAL THC


BOYS DON'T CRY


UN CRUZADITO


PARA MATAR GALLOS


CON EXCELENTE PUNTERÍA 


SOBRE LAS NUBES!!


EN LAS PROFUNDIDADES


METAL SLUG


TENGO UN PROBLEMA DE DIFÍCIL SOLUCIÓN... !!!



lunes, 2 de febrero de 2015

Paso #1. Desentumecer los dedos

 (Déjame) 

Por Eduado García 

Déjame presumirte. Déjame presumir de lo flamante que eres y de lo maravillosamente tenebroso que es ser devorado por esa melena de Medusa suelta cuando te vistes sin tus ropas, cuando te envistes con tu lisa piel
El mundo no tiene por qué saber de aquellas noches entre hoteles en las que deliramos con nuestros cuerpos impíos, azotados entre gemidos y sombras, pero estoy seguro de que se moriría de envidia si supiera de tus lecturas de Piñón desnuda, encorvada, envuelta en líneas con tus pezones floreciendo.
Por fortuna para mí, es una lástima que jamás se sepa cómo entre cobijas y gemidos despertamos. De aquel lugar en el Centro, tan nuestro, en el que entre sudores dejamos de festejar el gol de Alexis al decadente Brasil, con la buena al ángulo para el empate provisional. Sudacas debieron haberse reventado las gargantas de alegría, otros habrán llorado de emoción: ¡Viva Chile, mierda!, mientras dos chilanguitos taparon la narración de la tele empotrada en el muro en Allende con gritos y gritos más placenteros que los provocados por anotarle a la Verde-Amarella. En Belo Horizonte se jugaba el pase en tanda de penales; en Chilangolandia se ganaba la vida a muerte súbita. Quizás al mundo no le interese, pero ¿qué hace uno cuando tanta complacencia le desborda?
Déjame hacer un altar en aquel rincón del Metro Atlalilco donde en medio de una marea de autómatas-retornantes, mis manos se volcaron desesperadas para explorar bajo tu blusa tejida, para reconocer de manera consciente esa piel, ese olor, para volver a comulgar.
Déjame contar de ese viaje en el que me pusiste tan cerca del fuego, en el que la memoria no olvida, sólo se reescribe. Nadie se enterará de tu mano traviesa buscando entre mis piernas sobre la Calzada Ermita Imparable. Habrá un silencio que narre cómo nuestros muchos yos se mueven, se agreden y dispersan a diferentes velocidades en el mismo plano: like a street spirit.
Listen!:
Leave, but don’t leave me… −Deja el Dark Side completo, sino ni lo pongas− coincidimos.
“Deja de recordarme que me dejas”− reclamas; pero ten en cuenta que “el que se va deja”, y tú ya has dejado demasiado. Deja que algo de mí se te quede. Así quedamos un día solitos sobre la lona, luego de varias batallas. Tantas derrotas que ahí nos tumbaron y terminamos ganándonos. No se trata de qué tan duro pegan, se trata de qué tan duro te pegan, y te tiran, y te paras y te vuelven a tirar, te levantas y sigues. Puede que me gane el sueño, pero “no hay insomnio que dure tres mamadas”, “total, nadie se va a enterar”.
Que nadie meta la mano invisible; yeso desde las economías insanas. Laisses faire, laisses passer, pero ahora sobre nuestros cuerpos. Dejar pasar cualquier intensión y deseo que se te ocurra hacía mí; dejar hacer un nuevo tramo sin tantos lastres. Y total que el libre mercado nos favorece. “Socialistas”, “comunistas”, charlatanes e hipócritas que se repartan el pastel mientras nosotros nos monopolizamos a destajo. Que nadie se entere de mis blasfemias o me excomulgarán los puritanos.
Cuántas ganas de estar en tus letras salvajes: tus letras de finos trazos, de largas historias, de inmensos sentires, donde el que pasa se queda, se consagra en su inmundicia, en su inmanencia, en su gozosa y sangrante tragicidad. Cuántas más de estar en tus sueños donde don Saramago te habla entre percusiones africanas, donde se encuentran las obras inéditas e inimaginadas del fantasma del real viceralismo y donde los gatos seguramente tienen su reinado. Pero más ganas de estar entre tus labios, tus brazos, tus piernas. Deja que se quede mi eco en tu piel, como las olas, como los colores. Déjame contar que en ti estuve, que la paz existe, que hay un paisaje que se extiende, que contigo, mientras fumemos, los ecos rezumban, zumban, van y revientan.
La cosa que se llama vida puede volver a pasar, y cuando nos ataje de vuelta ya no seremos esos que la despidieron. Pero el cauce es el mismo. Si la notamos y somos capaces de señalarla es porque ya es otra, y la misma, y la otra que vuelve a ser la misma.
Deja que se vuelva a reproducir el soundtrack, quizás nos vuelva a sonar, mientras dure. Déjame ver tras esos lentes grandotes cómo se repite la cosa en tercera persona. Esa que se lee no eres tú, ese que lo escribió no soy yo. Sólo estamos dejando de ser. Deja que nadie sepa, deja que vuelva a pasar. Déjà vú.

Roberto Xulú 

lunes, 5 de enero de 2015

Je me Souviens de Toi



Que cómo sé que te amo, simple

Hay partículas como las que forman tu teoría sobre el olor que se hilan unas a otras de modos tan rápidos que en tres segundos ya tengo tu imagen atravesándome la mente. Es también como hacer armonías, eso que aún no me has explicado, pero yo intuyo que es así, el sutil arte de ligar la quinta con la no sé qué. Así paso los días recordándote entre noticias baratas que se repiten una y otra vez. Me alegra porque este es el principio de un cuento, corto o largo (todavía no lo sé), pero que no se escucha amargo como todo lo que siempre escribo.
Cada tarde llego a prender mi computadora marcada con el cinco. Todo parece tan simple, tan normal, no hay nada de difícil en cortar-poner un poco de atención-y-sintetizar, es hasta cierto punto algo un poco maquinal. Pero me queda el espacio para hacer pequeñas anotaciones en una libreta o dirigir mi mirada al cielo en esa exacta media hora que me dan para comer. Ahí, en ese espacio ínfimo que son 30 minutos o 1800 segundos es donde todo suele ocurrir.
Pienso, mientras mastico, mientras respiro o mientras siento el día y la tarde un poco fría por la entrada del rumor invernal, en cada microdetalle que te construye en mi cabeza. Puede ser primero un color, algo simple, un tono dicho al azar como el azul, eso me lleva a mi ropa interior y ese chiste viejo de ponerte mis pantaletas que me hace reír. Lanzo la moneda y cae está vez un aroma, el humo de tabaco de cualquier lado y a cualquier hora se ciñe a tu cabello como mis ojos a tu cuerpo desnudo que se mueve frente a mi. Cómo amo tus hombros. Vienen después los míos y, juntos ambos, se perfila el recuerdo de un calor abrazador que me cubre por las noches que se enfrían por la ventana abierta de tu cuarto.
Nada es ordinario, la simpleza de cada detalle es el toque justo de complejidad para lograr llegar hasta tu rostro, hacer un recuerdo más grande e ir formando una vida de repasos diario de mi historia contigo. Después hay que volver al mismo sitio, sentarse con los audífonos que esta vez no destilan acordes y seguir, seguir cortando hasta que lleguen las ocho. Tomar el camino de cada día y llegar a casa para oír tu voz, sin que tú sepas cuánto tiempo al día le dedico al ensamblaje de recuerdos. De tu recuerdo o de tu voz.
A veces la cosa es más interesante, los detalles vienen sin que yo los quiera evocar, las partículas están contenidas en las páginas que alcanzo a leer mientras camino en el metro. Otras tan sólo saltan de cualquier rincón del camino, la cosa es que estás ahí todos los días aunque no te logre ver. Estás flotando en cada intento de palabra que quiero poner en un cuaderno sin tiempo y rosando la punta de la pluma que a veces se niega a escribir. Pero no te espantes, no hay grado de obsesión alguna, todavía, no es lo mío pasarme los ratos de la vida buscando paralelismos entre tú y yo, tratando de sacar fractales de una historia que a-penas (entiéndase aquí, el único detalle triste de la historia) se va escribiendo y tampoco es de mi estilo lanzar teorías matemáticas sobre el amor.

miércoles, 17 de diciembre de 2014

New Skin For The Old Ceremony

Por miXena

Por la carne también se llega al cielo 
Gilberto Owen


No. Quédate así, quédate quieto bajo el manto oscuro que la falta de ojos mirando crea. Quédate tranquilo recuperando el aliento, dejando secarse los sudores que la piel expuso. Dame, solamente, la mano, sujétame los dedos con caricias de tu palma recostada en la cama de recuerdos. No quieras levantarte tan rápido para sólo ponerte la ropa y correr, tienes que vivir el momento hasta que la última gota fina del efímero placer prolongado que murmuro se seque o se beba. No eres tú, lo lamento. Repitamos los conjuros y hechizos, hay que decir salmos al oído de la verdad para que deje de salivar de tanto deseo de encontrarlo.

Cerrar los ojos y tomar una mano nueva después del acto de librarte de pudores y derretir la columna vertebral en gemidos de colores fulgurantes. Arrojar especias e ingredientes del exótico lugar cerebral para ver si el resultado me otorga los consuelos que nunca pudimos encontrar. No eres tú, lo lamento. Que venga otro para que nos demos placeres cultivados y saciemos deseos que de no saciarse pueden convertirse en amarguras supurantes y pálpitos perpetuos. Qué venga. Llamemos al más antojable de los besos para que venga a nuestros labios y junte los mareos de sonrisas, que las miradas mas tiernas se arrojen como tragos de mezcal en una garganta fría. Desnudemos pieles y más pieles para que nuestros sexos se canten notas de agudo placer y graves orgásmicos. Deseémonos las boas vindas en esto del orgasmo, hay que retorcernos besando los rincones salados. Pero lo siento, no eres tú, ni tú, ni tú, ni cuantos hayan pasado.
Mayo está aquí y junio está por venir. Las lluvias asoman ya sus risas traviesas por entre las nubes que comienzan a ennegrecer el cielo de las tardes sin ti, y yo lo único que deseo es que estemos mojados, no precisamente de lluvia, bajo las sabanas delgaditas de nuestra desnudes. Te quiero a ti aunque cada sexo sepa diferente, a pesar de los placeres derramados, de que todo sea tan suave y sutil, aunque arroje colores por la espalda y de entre mis piernas, aunque la dulzura de un morado que sube, baja y se amarilla cegadoramente, me impulse a desear más. Te quiero a ti moviéndote con tu mirada fija que jamás se comparará con la más maravillosa de las miradas arrojadas en la cama de mi intimidad, porque lo nuestro no es ya vida sino universos entrecruzados rosándose las plantas de los pies.
Cómo explicar el más perfecto de los actos que va más allá de las delicias humanas. Hay que romper canciones a pedazos para poder tejernos la dilucidación de nuestras soledades a pesar de las ganas de crear vida bajo un manantial de claridad vertido en tazones de mañana, de uvas, de jardín, de alcohol y marihuana. Hay que dar paso a los ácidos que nos dejan ver nuestras uniones a cada segundo aunque no me toques, ni te toque, ni voltees si quiera hacia mí. Quiero que seas tú quien se aquietise en mi cama, quien tome mi mano y me haga sentir ecos y mas ecos de los mejores instantes resumidos en una frase que nadie sepa nunca entender. Hay que respirar profundo para saltar al vacío sin esperar nada de la vida porque siempre nos quiere separar. Bebamos ya todas las drogas para que el tiempo se resignifique con la unión de nuestras almas destartaladas porque sólo a solas, a escondidas y después de los peores errores, lamentamos no estar juntos y pedimos que los teléfonos sean teletransportadores.
No me importa que las miríadas de sujetos me rocen la piel y me puedan provocar los más dulces sentimientos, lo que mi cuerpo más anhela es tu sexo que canta, dibuja, acaricia, besa, satura de aromas, cuenta historias al oído y todo en un mismo instante contenido en movimientos lentos-rápidosrápidos-lentos y un sutil apretón que deja se escape el aliento y se pierdan los ojos. No es un orgasmo, es lo que hasta ahora no puedo definir. He sentido placeres diferentes con cada caricia y cada corazón que ha quitado el miedo y la ropa y después de tanta y tan bella armonía, después de tanta perfección somos tú y yo unidos en la libertad de despojados cuerpos los que suenan, sonríen y sobrepasan la gama de colores que puedo alucinar en mis sesiones de latidos. Espero no te tardes, espero vuelvas ya, espero no esperarte y que nada vuelva a terminar hasta que la semilla haya crecido y pueda dar frutos ella misma y el resto de su vida nos quede por imaginar. Hay que tocar la Concertina y dejar que el Viento corra libre en el jardín de nuestras maravillas. Qué nazca pues. Que siga el impulso que va más allá del placer porque a ti si puedo decirte…

domingo, 13 de octubre de 2013

PAPEL VS MONITOR

Definitivamente, mis estimados dopados, tengo serios problemas para hacerles llegar las notas que con tanto esmero escribo para ustedes. La razón, permítanme aclararla, no es holgazanería.  Muy al contrario de lo que podrían llegar a pensar, escribo más de lo que ustedes creen, aunque no tanto como yo quisiera, a pesar de las diversas actividades que me he autoimpuesto a largo de cada uno de mis días para consolidar el “proyecto dopamina”.  No hay necesidad de entrar en detalles, al fin y al cabo, la justificación no es suficientemente convincente, pues creo que cuando uno se propone algo y no lo hace, lo demás son meros pretextos. Pero entonces ¿por qué quiero excusarme de mis ausencias en el blog?

Porque más allá de esas mentadas actividades, la verdadera razón no es un pretexto, sino una situación real. Les contare un poco al respecto. Desde que tengo memoria, escribo en cuadernos, hojas, papeles sueltos, en las hojas en blanco de los libros, en las libretas de mis amigos, en resumen en cualquier HOJA DE PAPEL. Para muchos es más fácil hacerlo directamente en la computadora, según ellos, tiene muchas ventajas. Para mí, las ventajas son casi nulas. Puedo reescribir, si es necesario, un texto en mi cuaderno hasta diez veces, pero al momento de transcribirlo a un formato digital, una suerte de rechazo psicológico surge en mí, y entonces se abre office Word y se queda en blanco durante horas, o días incluso. Evado la “responsabilidad” arguyendo que el texto no esta concluido, uso el pretexto de seguir investigando para agregar datos. Investigación que sí hago, pero jamás agrego los datos.

El olor y textura del papel, la tinta deslizándose por su superficie, formar mi estilo de letra, ver mis hojas y las palabras formando dibujos textuales, algún garabato ocasional, un dibujillo, un mandala y unas palabras como flechas perdidas en dedicatoria a alguna persona en especial. Ir formando el texto preciso, de tu mano, de tu pulso, a través de la tinta, es una experiencia única e irrepetible. Supongo que los dibujantes e “ilustradores digitales” me entenderán mejor, pues no es lo mismo hacer un cuadro en caballete y sentir la pintura, que hacerlo en la computadora, aunque repito, es totalmente justificable y entendible que a algunos les sea más grato y productivo trabajar directamente sobre un monitor. El problema no es escribir, sino transcribir.

He pensado incluso en tomar fotos de los escritos y subir las imágenes, me gustaría tener incluso una secretaría o algún dictador de voz que realmente funcione.  Pero la única verdad es que de algún modo tendré que acostumbrarme  a este odioso proceso e integrarlo a mi sistema de escritura.

Esta asquerosa maquina le quita toda la magia a una de las pocas cosas que hago bien, la escritura es lenta, no fluye como la palabras se deslizan desde la punta de mi pluma y dejan marcas, como tatuajes de sangre sobre el papel, no hay un compromiso real de la ortografía y la sintaxis, si me equivoco es fácil “borrar” y hacerlo “bien”. El brillo de la pantalla no es amigable con mis ojos, la tipografía es algo ahí, extraño para mí, tan estándar, tan cuadrada, sin personalidad, en todo caso estamos reproduciendo la personalidad del tipógrafo que invento “arial”, “calibri” o el tipo que sea. Sí, ya se que al final de todas formas en los libros vemos un formato estándar de quien escribe y no su verdadera letra, pero en la gran mayoría de los casos, existe un manuscrito detrás o un sujeto que se ha adaptado de modo eficiente a los modos de producción editorial que exige el mercado de las letras.  Yo no, yo sigo siendo primitivo, rustico y rupestre, mi escritura primordial se expresa por medio del papel y, estimados dopados, les pido de su paciencia para ir integrando, paulatinamente, este odioso proceso a mi ser y cumplir puntualmente con las notas de las secciones designadas.  


Por el momento les dejo este escueto texto, de narrativa de nivel confesionario, para que no se extrañen de las ausencias, pues de todas formas, poco a poco, pero aquí estamos, volviendo de este espacio un punto de cultura crítica y de dialogo,  sin dogmas ni prejuicios que excluyan a sectores sociales. Por supuesto, esperamos que el viaje con las dosis aquí vertidas sean de su agrado y sino, pues expresen su disgusto en un comentario, y si les gusto, pues también.

Por su atención, gracias y con permiso, que ese  cigarrillo de ideas no se va a liar solo…

jueves, 3 de octubre de 2013

El retorno del rey



Por MiXena


De cuántos discos se ha perdido uno en la vida y en cuántos discos se ha perdido uno en los días. Hace poco, quizá no tan poco, se lanzó el que, creo, el mundo llama el sexto LP de esos buenos muchachos, los Kings of Leon. Aquellos chicos alocados de nuestra pubertad, de nuestros ayeres en la Prepa o CCH, esos que fueron devorados en sus dos producciones anteriores por la industria discográfica que los metió a bañar, los peinó, vistió, acicaló y alineó, ellos, han decidido entregarnos su nueva producción titulada Mechanical Bull.
Todos crecimos y vivimos el porqué de los tiempos escuchando las canciones de estos jóvenes dispuestos a entregar libertad vertida en música, adoramos la voz de un Caleb despreocupado por la dulzura de su color de voz, sentíamos subir las vibraciones con ese bajo que comenzaba despacito en la vieja "Holy Roller Novocaina", se nos fue el alma muchas veces escuchando “Milk” y “Knocked Up” fue el himno de muchos de esos llamados “primer amor”, ahora destrozados y en la basura.
Pero a estas alturas de la vida, cuando uno se encuentra en el camino a alguien con quien decide pasar la vida por un tiempo indeterminado, ya todos hemos tenido nuestro primer amor y un gran pasado plagado de agonías y felicidades imborrables pro más que se quiera, sin embargo, seguimos afrontando los días y tomando lo que se nos cruza en el camino. Por ello he decidió darle play al disco.
Es “Supersoaker”, el track que abre el disco, una buena jugada en el tablero, pues alista los oídos curiosos de aquellos que queríamos un regreso magistral. La batería está allí haciendo guiños a los viejos ritmos que se manejaban en las primeras producciones, la voz está queriendo sonar menos trabajada, la guitarra aun parece contenida, pero la canción prende las luces del sol y te hace querer salirte al jardín en una silla de playa y un libro; a la mitad de la canción hay cierto efecto realizado con la voz que da picazón en los oídos y te dice no lo quites. Lo que le sigue “Rock City” es de las mejores cosas que trae el disco, entra sin pensarlo a la lista que muchos hemos construidos con canciones para viajar, donde yo soy la que a veces suele manejar y otras embriagarse. Y porque el sur como cuna de la música nunca muere, allá en el número siete, un “Family tree” como la mejor canción del álbum se planta en la tierra cálida del corazón.
Si bien, allá en aquellos años cuando todo parecía liberarse del mercado y haber salido del bache inspiracional, cuando surgieron esas buenas bandas con las que nuestra generación se puso sus primeras borracheras, inhaló sus primeras líneas y se dio las pachecas del inicio, lo Kings of Leon la supieron armar bien. Ahora, como muchas de esas bandas que, si llegan a sonar traen consigo un inevitable “hace años que no escuchaba esa canción”, este grupo de jóvenes se perdió en el camino, se entregó al one-hit wonder y levantó los espíritus de aquellos que no escuchan discos completos. Crearon su mayor error y lo que seguro les dio más dinero, y aunque ahora se hayan declarado dispuestos a borrar de su setlist ese fiasco que es “sex on fire”, la verdad es que muchos quisiéramos borrar por completo de su trayectoria el Only By The Nigth y el Come Around Sundown, dos discos que además de distanciarlos de sus rices sureñas y del blues que por ahí andaba, entristeció sobre manera a aquellos que acudimos hace unos años a un concierto donde esperábamos más rock y menos adolescentes en pantalones ridículamente entallados. Pero como antes de este oscuro hueco emocional y emotividad vomitiva las baladas no eran un pecado en los discos de un ayer ya envejecido, sino bien recibidas con tragos de whisky y cigarrillos delicados, traída desde esos ecos llega “Beautiful war” cargada de pequeñas verdades como las que nos gustaba escuchar y “te lo digo amor, no necesito nada”…
 Afortunadamente puede decirse que esas balada fáciles y chillonas que plagaron aquellas producciones quedaron atrás, no obstante las canciones de este, su nuevo material, no están a la altura de lo que fuera su mejor momento. Pero si algo suena rescatable no es sino porque dejaron la lágrima fácil y Caleb retorna sólo un poco a sus inicios vocales. Si bien este álbum no es el golpe maestro con el que regresa una banda que marcó corazones, tampoco es el mismo camino de errores.
En suma, este disco no es lo que todos esperábamos, ya sea temerosos de encontrar un bodrio lleno de llanto como los anteriores o deseando con toda la fuerza de nuestros oídos habidos de música de calidad un disco recargado. A pesar de todo, esta vez consiguieron que mínimo yo, no quitara el disco a la mitad y dejarme con la esperanza de que su carrera termine en esta nueva producción decorosamente o regresen en un año con el disco como golpe maestro. No está demás en la vida bajar el álbum o compararlo, as you like! Total, uno no comienza las fiestas totalmente borracho y este disco puede ser la entrada en el menú musical de día.

Esculturas Vivas en Bellas Artes

Festival Cultural en repudio a las agresiones de los granaderos a trabajadores del INBA Texto y fotos por: Paco NiHiL ¡Ave! C...