Por miXena
Ya
no escribo relatos, ahora sólo hago lo que me da la gana y tú me das ganas,
muchas, ¿Lo recuerdas? Tengo ganas de que me regales una noche, aunque sea de
hotel, solos, juntos, hablando de lo maravillosos que son los sueños de cannabis
y psilocibina, donde nos unimos en palabras sabias y acciones desconcertantes,
pero bellas.
Te maldigo por gato, porque quiero ser
tu Alicia. Te pido a gritos me digas cuándo vamos a evadir cada segundo que nos
ata a estar lejos, cuándo cortarás los lasos de la genética y las firmas
legales, cuándo podre olvidar para viajar a tu lado, para cumplir promesas,
deseos y fantasías sexuales.
Cada maldito Blues descarnado que
escucho se encadena a otro, esperando el final del solo de un saxofón y, que
detrás de cada lágrima y toda rabia impotente, vengas tú, con tus pasos de
parsimonia y tu mirada azul cenote, a darme vida en un beso que es pecado, porque ya lo dijo la sabia
juventud cargada de inocencia. Esas palabras que dejaron mi espíritu temblando
de asfixia por miedo a la verdad, aún rondan mi mente cada que recuerdo cuán
negada es la posibilidad de hacer nuestra vida, aunque sea una noche, juntos.
Las historias ya no tienen sentido ni en
papel y no me importan ni un céntimo, ya no quiero andar arrojando palabras que
transparenten mi alma y hagan nudos gargantales en los seres de mi cercanía. Sólo
lanzan como, resultado de mis dolencias, perturbaciones del alma de quien
quiera que quiera quererme.
No tienes idea de cuánto he necesitado
hablar contigo estas últimas dos semanas. Pero nunca los compromisos sociales y
del alma te dejarán tener idea de lo que yo, tu perturbación más joven,
necesita de tus ojos. Quisiera. No me canso de decir todo lo que quisiera de ti
y de nosotros juntos. Eres mi más grande perturbación. No únicamente porque
estás lejos, no sólo porque pudiste ser uno de mis engaños, no porque esa
llamada con tu hija diciéndome mamá me rompió los sentidos y destempló
los nervios; no por haber tenido un único momento de amor a plenitud; ni por
las miradas que me das tan fugases, llenas de culpa y deseo, cuando me ves de
la mano de “mi amor”. Nada de eso, sino porque te amo desde hace un segundo de
conocernos, porque te recuerdo entrando por primera vez tras los plásticos
opacos de un café que siempre había sido nocturno para ti, porque me diste mi
imagen entusada en un rincón a media luz con la cara cubierta tras un periódico
y con mi mirada gatuna de a ratitos como el primer recuerdo que guardas de mi
ser insano y nervioso, que fuma a escondidas y bebe de vez en cuando un express.
Por eso, porque mis profundidades felinas quedaron al descubierto con cada una
de tus miradas escudriñadoras y tus palabras declarantes que desnudaron mi presencia
en un segundo para entregarte en mis sueños como el guía revelador de las
penumbras, por tu morbosidad voyerista que me recorría la espalda cuando tenía
entre mis brazos a esa chica, acercándose a mis labios, con sus senos en mis
senos, lenta y suavemente, para rosar nuestros sentidos; uno más de mis engaños
a aquel con quien siempre duermo Pero a ti te excita al máximo toda yo, toda mi
vida.
Algo me venía diciendo, desde hace
tantos años, que no era arbitraria la aparición de esas cuatro letras que forma
tu nombre a lo largo de mis pasos, antes de encontrarte nerviosito, a tus años,
veinte más que yo, el doble que ahora tengo; rojo, no sé de qué, al hablarle a
esa loca del café y de morado, que siendo yo, me cuelo en un naranja a cada una de tus sonrisas y tus
locuras erotizantes. No tengo ni puta idea de lo que mi corazón piensa cuando
mi mente te nombra. Eres música! como cada una de las almas que representan
algo en mi vida, te consumes en armonías a cada sonrisa que derrama luz en
notas que se vuelven palabras llenas, ante mis oídos que escuchan las letras
derramadas en mensajes sibilantes y signos de vida salpicados en brujería de
candomblé. Promiscuidad literaria.
El hito de mis amantes, el único que
vale la pena por la pureza que radica en el acto de engañar que cometemos al
amarnos. El absoluto ganador en esto de tenerme enamorada con todas las razones
menos lógicas de la verdad. La conexión más perfectamente sin sentido razonable
lograda a través de la magia de lo desconocido que une nuestros pasos en
callejones por vivir: segundos en el mismo plano emocional.
Termino un texto vano que en realidad no
puedo terminar porque no he dicho nada que quiera decirte, sólo he arrojado mis
molestias al vacio que emana de una hoja de papel, llené espacios con emociones
que me has provocado y no sané las ansiedades que atraviesan mi alma por no
estar contigo, no recuperé la paz que nunca tuve porque no me la dieron al
nacer. Solamente me quedo aquí, cerrando la página de mis pecados (ciñéndome al
imaginario moral de cada actor de mi sociedad ausente) que no es posible llevar
al máximo, y me sofoco evitando desearte y desear tu piel, aunque no pueda
lograrlo en los sueños de cada día en el espacio de tu mirada reveladora de
confusiones, difundidora de piedades a merced de un sexo negado.