Hoy es viernes. ¿En qué se diferencia un viernes de los demás días de la semana? Es el hervir de un caldo donde se aglutinan los pensamientos de cada individuo. Es el clímax de una historia de 7 días que comienza en lunes. Después del viernes, dos días de descenso emocional, y otra vez a empezar. La prisión, la cuota, el existir, el tiempo, el destino, la determinación, el perecer, el revivir muriendo, el respirar, el suspirar, en una palabra, la rutina.
Al pasar el mediodía, en alguna parte de las orillas de la ciudad, un jovenzuelo que yace sobre su cama abre con pereza sus ojos. Remueve las cobijas con sus pies, se vuelve a poner cómodo y termina por tumbarse sobre el colchón un rato más. Cierra los ojos y medita respecto a las actividades de su día. Frunce el ceño, señal de que algo ha recordado. Se intenta levantar, pero su cuerpo no responde. Se esfuerza, persiste en levantarse, se abre los ojos con los dedos, se sacude la cabeza, saca la lengua y se da de zapes. Ya casi… ¡Nada! De vuelta entre las cobijas.
En algún momento saco fuerza de flaqueza, se levanto con los ojos cerrados, arrastrando los pies, hurgándose la nariz, estirándose como gato. Su cara es mas similar a un perro de la raza shar pein. Hoy ira al cine a ver una película de estreno que parece una buena propuesta por parte del cine mexicano después de reiterados fracasos y escasos éxitos. Se llama “presunto inocente” o al menos eso cree él. Ha llegado con gran heroísmo hasta la sala de su casa, toma el teléfono, marca:
-Hola- Él
-Hola-Ella
-¿Iremos al cine?-Él
-No, ¿Qué crees?- Ella- habrá una movilización en la casa del migrante Juan Diego, y voy a ir. De hecho ya voy para allá…
Él sólo quería acordar unas cosas. Cine, punto de encuentro y hora de encuentro. No acababa de entender lo que oía. Se acababa de lastimar el lagrimal con la uña intentando sacar una lagaña. Necesitaba acabar de despertar para comprender lo importante de la situación.
-Haber, ¿entonces?- Él
- Quizá podrías tomar unas fotos- Ella
- Eso me parece perfecto- Él
- ¿Vienes?- Ella
- Voy- Él
Tomas una combi en la López Portillo, te bajas en Chilpan, caminas rumbo a la termoeléctrica, doblas a la izquierda y, antes de interceptar con las vías del tren, tienes que encontrar una iglesia, a un costado esta la casa del migrante. Sigue las instrucciones y llega sin dificultades, inspecciona el lugar. Ella sale a recibirlo, él se introduce en el lugar con extrañamiento, un tanto confundido, no entiende muy bien la situación, tiene ansias de entrar y capturar información que le ayude a ubicar mejor sus pensamientos. Pasa por un pequeño cuarto donde se tiene que registrar en una libreta. Lo anotan, no se anota el mismo. Hubiera deseado hacerlo él y boikotear la libreta, poner un falso nombre, sólo por ver que pasaba. Germán Genaro Gómez Valdez Castillo, o Rubén Darío, Octavio Paz quizá. No. Ya es mucho decir. Quizá nada.
Al pasar a la otra habitación se congela ante la especie de información que impresiona sus sentidos. En un instante empieza a tomar plena conciencia de lo que hace allí. Esta presente la CNDH (Comisión Nacional de los Derechos Humanos) hay cámaras fotográficas y televisivas, cámaras de aficionados, micrófonos. Movimiento por un lado, por otro. Se preparan letreros. Mientras, a un chico de 21 años lo comienzan a entrevistar. Se llama Kevin y viene de Honduras. Los voluntarios de la casa hogar se mueven de un lado para otro como hormigas, como abejas, como humanos comprometidos con la causa, con su labor. Pasión encendida, motor de la acción.
En este cuarto hay migrantes sudamericanos que van en busca del sueño americano. Vienen desde sus países atravesando México para llegar a los Estados Unidos. Creen que ahí esta la esperanza de una mejor calidad de vida. Honduras, El Salvador, Guatemala y otros países. Hoy salen a las calles en manifestación a representar simbólicamente el viacrucis del migrante. Piden respeto, tolerancia. Salen a mostrarle a la gente que no son delincuentes, que ellos sólo van en busca de una mejor calidad de vida y apoyo para sus familias. Traen en sus manos letreros con frases de reflexión, y preparan una caminata en silencio. Cargaran una cruz de madera que se turnaran, y harán doce paradas para leer algunos pasajes de la biblia que resultan relevantes para la ocasión. La caminata será de la casa del migrante hasta la estación del tren suburbano Tultitlan. Un punto que era clave en el viaje de estas personas, donde anteriormente se podía coger el tren y reanudar el viaje a tierras norteamericanas. Un obstáculo más para el ya de por si peligroso viaje.
Kevin marcha hoy con todos los demás migrantes. Él es un joven de 21 años que viene de Guatemala. Deja en su país a una hija de ocho meses y a su esposa. El viaja por necesidad económica. En su país se dedicaba al oficio del dibujante. Ganaba alrededor de 600 quetzales semanales, los cuales no le eran suficientes para solventar sus gastos. Decidió arriesgar su libertad, su vida, porque tiene fe en Dios. No tiene miedo afirma él. Aunque migrar signifique la perdida de derechos, abusos, secuestros, asesinatos, y demás tipo de crímenes y violencia, la necesidad lo hace salir de su país. Le quiere hacer saber al gobierno que no esta en contra de él, pero le pide que se sensibilice, que ponga su mano en la conciencia y en el corazón. Le hace saber al las autoridades que, aunque se obstinen en no dejarlos pasar, en poner barreras para que pasen, mientras las condiciones de su país no mejoren, los migrantes seguirán existiendo. ¡Guatemala esta cansada de abusos!
Entre las 4 y 4 y media, la movilización se pone en marcha. Toman pancartas, letreros, lonas, y una larga manta con frases de aliento, de unión, de protesta, de hermandad, frases de corazón que solo buscan hacerse escuchar entre aquellos que se niegan a escuchar. Dibujos, palabras que solo pretenden insertar su imagen en las miradas que cierran los ojos ante el problema. Un estado multicultural, ¡protesto! También va otra lona con la republica mexicana dibujada, en la cual se traza el camino del tren y con imágenes simbólicas se representa la muerte de aquellos que perecen en el camino. Como se dijo, se turnan para cargar la cruz, cada uno representando su propio sufrimiento. La policía municipal escolta la marcha sin ningún inconveniente. El megáfono exhala palabras de fe y apoyo a los migrantes, dirige la marcha, prepara el camino, guía, y da las respectivas pausas para leer las frases bíblicas.
Los reporteros hacen su trabajo, estorbar. Algunos entrevistan, otros fotografían, incómodos espectadores que posiblemente nada reflexionen de lo que acontece. Los manipula una extraña obsesión de poseer información, manipularla y controlar individuos en masa. La marcha trascurre bajo el fatigante sol.
Caminan por el medio de las vías del tren, a un costado de la carretera Cuautitlán-Lechería. No hay tiendas cerca y a él sólo se le antoja un cigarrillo. Esta sediento, pero prefiere un cigarrillo. De reojo logra divisar a un incauto que ha entablado algún tipo de dialogo con un fotógrafo a quien le ofrece un cigarrillo. No puede perder esta oportunidad de obtener un cigarrillo, y mejor aun, la hipocresía social hará inevitablemente que por ser amable, el otro sujeto se lo regale. Pobre ingenuo.
-Hola, ¿Me vendes un cigarrillo?- Él, con otro educado e imprescindible canón de educación más que marcado
-Por supuesto, tómalo- Incauto individuo prosiguiendo sistemáticamente la obra de teatro.
- ¿Cuánto te debo?- Él, repitiendo el guion una vez más en un escenario diferente.
- No, cómo crees, llévatelo- Incauto individuo.
No acabo él de encender su cigarrillo y prestas acudieron voces suplicando un cigarrillo. Regalado, por supuesto, ¡que cinismo! Se acabaron sus cigarrillos. Que patético.
Él se alejo para disfrutar su cigarrillo, sin saber la amarga resequedad que le provocaría bajo el sol y sin agua. Pero el “taloneo” incidental que se ha presentado con el sujeto de los cigarrillos le ha provocado una risilla disimulada, pero que no puede pasar inadvertida a otra risa que también se ha percatado de la situación. “No se te vayan a acabar los cigarros” dice un poco sarcásticamente. Él sólo atino a brindar con su cigarrillo, y ambos le dieron una profunda calada.
Aquellos que habían ido por los cigarrillos eran migrantes, si para él fue un alivio fumar ese cigarrillo, se imagino el gusto de los migrantes al saborear el suyo en medio de su arduo viaje. Aquellos, ¿Quiénes son ellos? Tienen nombres, tienen familia, tienen país aunque lo estén abandonando, tienen inteligencia, emociones. Tienen vida. No son ajenos a la sociedad, a la humanidad. ¿Por qué tantos los ignoran si son tantos quienes saben de ellos, de los migrantes?
Kevin Daniel Santos, 21 años, Guatemala, migra por necesidad económica. Jorge Alberto Morales, migra por necesidad económica. Jorge David Navarro, 24 años, El Salvador, migra por necesidad económica. Norman Galeano, Honduras, migra por necesidad económica. Roger Arteaga, 36 años, Honduras, migra porque sus hijos están en Estados Unidos. José Walter, El Salvador, migra por necesidad económica. Vanessa Quiroz, Honduras, migra por necesidad económica.
Hombres, mujeres, niños, adultos, jóvenes. ¿Merece toda esta gente este calvario? Por culpa de una economía fracturada y dividida, que ha hecho del humano una mercancía más para el mercado, que no permite oportunidades de desarrollo para las clases marginadas. Una economía que ha hecho de la vida una relación de producción entre individuos, centrando la felicidad en una acumulación de riqueza. ¿Dónde ha quedado la dignidad humana? El dinero se ha vuelto un símbolo importante en la vida de todo ser humano, es necesario examinarlo con cautela.
Las fronteras son un invento, una ficción, la materialización de la idea más absurda de divisiones, discriminación. ¿Por qué coartar la libertad del individuo de trasladarse a donde él quiera? No tiene que pedirle permiso a nadie para trasladarse a donde él quiera. Es difícil entender a aquellos que llegan a creer que un pedazo de mundo es de su propiedad. Lo llaman país, para delimitar su sociedad, sintiéndose único y autónomo con una identidad singular. El instinto de patria, de pertenencia, que es lo mismo que un perro marcando su territorio con sus desechos. Es dejarse llevar por el instinto sin razonar cabalmente. Se ultrajan los derechos humanos, se esconden sombras de violencia, llantos, sufrimiento, sangre.
Intentar conseguir una mejor vida arriesgando la que ya se posee. Te juegas todo. Doble o nada. Pierdes o ganas, y se vale de todo, solo pierdes si te deportan, si te vuelves preso, o caes muerto. ¿Juegas a vivir? Cuando se cae tan bajo, y ya no hay nada que perder, por qué no arriesgarse, si solamente queda todo por ganar.
A un costado de la estación del tren suburbano Tultitlan, los migrantes tenían un buen punto para subir al tren y retomar su camino. Hoy esta cercado y obstaculizado. El lugar esta vigilado. Ese era, relativamente, un lugar seguro para retomar su camino, ahora ya no. La marcha ha concluido, algunos dedican palabras de reflexión, de aliento, de fe. Pocos minutos después la policía municipal lleva a todos de regreso a la casa del migrante. Donde todo comenzó.
Todo ha cesado, todo se ha calmado. Abrazos fraternos, pláticas, sonrisas intercambiadas, miradas cruzadas. Una comida. Un descanso, ver la televisión. Pero los voluntarios de la casa no parecen cansarse, no dejan de trabajar, no cesan de ayudar. Reparten ropa, ayudan a los sudamericanos a comunicarse con sus familias, platican con ellos. Algunos descansan, mañana hay que partir.
Al fondo, en el comedor, la Hermana Leticia Gutiérrez y la Hermana Guadalupe Calzada Sánchez platican sobre la marcha. Ellas son las principales encargadas de hacer que esta casa funcione. Son dos mujeres motivadas por la fe, al servicio del Señor Jesús.
En la casa se brinda albergue de 48 horas que puede variar de acuerdo a las circunstancias. Allí se les da de comer, vestido, descanso, atención médica, psicológica, espiritual o jurídica en caso de requerirlo. En la Republica mexicana existen 54 casas del migrante pertenecientes a la iglesia católica. Esta en particular, cuenta con el apoyo de los vecinos de la comunidad, el apoyo psicológico es brindado por el DIF, y la CNDH da capacitaciones a los cuerpos policiales.
Muchos simplemente desconocen la gravedad del problema o hacen caso omiso, pensando que no es de su incumbencia. Los migrantes no son sólo sudamericanos, también los mexicanos intentan entrar al país norteamericano todos los días arriesgando sus vidas. Es momento de tomar conciencia sobre nuestras leyes, recapacitar sobre nuestra vida y nuestro entorno. Las propias conductas normativas de los estados que supuestamente deberían garantizar un orden y libertad social, son las que están impidiendo el libre desarrollo del individuo atentando contra su libertad, contra su humanidad.
De vuelta a casa, el viernes esta por terminar, y él de regresar a la rutina. La película será otro día. O quizá fue ahí mismo, con él como protagonista, y ni siquiera se percato. La vida en ocasiones se asemeja a un rodaje cinematográfico, con director de fotografía y toda la cosa.
Venga hermano americano. Cuantas con apoyo. Despliega las alas de tu libertad.